El Evangelio en pocas palabras

Si has llegado hasta aquí, quizá estés buscando algo… o quizá no. Pero creemos que Dios sí te está buscando a ti. La Biblia dice que “de Él, y por Él, y para Él, son todas las cosas” (Romanos 11:36). Fuimos creados para conocerlo, para vivir en su luz y en su amor. Sin embargo, todos, sin excepción, hemos elegido vivir lejos de Él. “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).

Ese alejamiento no se resuelve con religión, ni con intentar “ser mejores”. La distancia entre Dios y nosotros es demasiado profunda para que la crucemos por nuestra cuenta. Pero aquí es donde comienza la buena noticia.

Dios no nos dejó perdidos. 

Él dio el primer paso hacia nosotros. “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8). Jesús vino, vivió sin pecado, cargó con nuestra culpa en la cruz y resucitó al tercer día. Su muerte no es un símbolo: es un rescate real. Su resurrección no es un mito: es el inicio de una vida nueva posible para ti.

El evangelio no es una cadena de obligaciones; es una invitación. Jesús lo expresó así: “Arrepentíos y creed en el evangelio” (Marcos 1:15). Arrepentirse no significa volverse perfecto, sino reconocer honestamente que hemos caminado lejos de Dios y no podemos salvarnos a nosotros mismos. 

Creer no es un acto religioso, sino confiar en Cristo: entregarle tu vida, apoyarte en su obra, descansar en su gracia.

Cuando alguien cree, Dios hace lo que nosotros no podemos: perdona, limpia, transforma, da un nuevo comienzo. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).

Ese es el corazón del evangelio: un Dios que se acerca, un Salvador que entrega su vida, un Espíritu que renueva el corazón, y una esperanza que no depende de lo que somos, sino de quién es Cristo.

Y si alguna vez deseas hablar, preguntar, orar o simplemente ser escuchado, aquí estamos. Porque creemos que lo que Dios ha hecho con nosotros, también puede hacerlo contigo.

 

Predicación:
¿A quién perteneces?